miércoles, 26 de mayo de 2010

«El amansa burros»



Pensaba que mis días de ausencia iban a ser más, pero no, solamente han sido unos pocos. Me alegro de volver.


¿Será posible algún día poder empezar un comentario sin tener necesidad de hablar del presente y futuro tan negro que tenemos? Me temo que ni a corto ni medio plazo va a ser posible; pero como todo es cíclico, algún día lo será. ¡Ojalá! sea más pronto que tarde.


Pero buscando en el baúl de mis recuerdos para poder contar algo agradable o al menos anecdótico que me hubiera ocurrido a lo largo de mi vida, he recordado algo especial que nos ocurría frecuentemente a un grupo de personas jóvenes durante nuestra “mili”. ¡Qué nadie se asuste! no es la clásica batallita, de abuelo a nieto de cuando uno estuvo allí haciendo los obligatorios deberes patrios, o al menos, eso es lo que creo.


Éramos un destacamento militar de pocos soldados. Unos veinte en total y de ellos estábamos unos seis en la oficina; como jefe inmediato teníamos un brigada de aquellos de la vieja usanza que se habían pasado toda la vida escribiendo a mano y que habían conseguido tener una caligrafía asombrosamente clara y bonita. Entre otros recuerdos que tengo del personaje brigadista, era su facilidad para sumar casi instantáneamente grandes sumas y…por supuesto, sin el más mínimo error.


Pero voy a lo mío. Por la mañana nos distribuía el trabajo; nos mandaba hacer a máquina los oficios del día que luego más tarde firmaría un capitán que era el jefe de todo.


Antes de pasarlo a la firma, revisaba todo el trabajo que habíamos hecho y de vez en cuando a alguno se nos escapaba alguna falta de ortografía. El “cristo” ya estaba montado, el susodicho brigada nos dedicaba unas cuantas palabras y frases “llenas de cariño” e hinchándosele la vena del cuello a lo “Patiño”, nos mandaba a su casa a por “EL AMANSA BURROS”. Diligentes íbamos hasta su domicilio, muy próximo y su mujer nos daba el susodicho “amansa” que no era todo cosa que un diccionario. Por el camino de vuelta a la oficina, leímos la escritura correcta de nuestro error y eso nos ayudaba a “amansarnos” y jurábamos que nunca jamás podríamos aquella “v” en lugar de la “b”.


Llegábamos a la oficina; con la sonrisa más cínica del mundo nos esperaba aquel mastodonte brigada (era muy grande) y nos hacía buscar la palabra mal escrita; teníamos que leer bien alto y claro lo que de ella decía el diccionario y la forma en la que estaba escrita. Una vez hecho ese menester, nos dedicaba de nuevo unas cuantas frases “súper cariñosas” y de vuelta a su casa con el diccionario y “amansados” totalmente de nuestros errores


¿Os confieso un secreto? Desde entornes al diccionario le sigo llamando “El Amansa” (eliminé lo de “burros”, aunque a veces me veo obligado a llamarle por su nombre completo) y cuando busco algo concreto, me acuerdo de aquello militar puñetero y retorcido, pero que fue un buen maestro hora de intentar escribir sin faltas.




6 comentarios:

Daniel F. dijo...

La ortografia como otras muchas más (caligrafia) no se enseñan en este país de zoquetes. Así que luego no nos extrañemos de cosas que vemos.

Álvaro Tilo dijo...

Temujín, en esos programas de TV, que hacen caja a base de recibir mensajes carísimos a través de los móviles, es donde me asombro de la cantidad de faltas de ortografía que se hacen cuando los reproducen en la pantalla.

Todos podemos echar un borrón, pero es que algunos sobrepasan todos los límites del mal escribir.

Un cordial saludo.

KOKYCID dijo...

Una muy buena labor hizo es brigada y se lee entre lineas que tú Alvaro la supiste valorar y le guardas mucho cariño por ello. Es bonito recordar a esas personas que nos enseñaron y que en su momento no valoramos del todo como debieramos.

Álvaro Tilo dijo...

Gracias, Koky, por tu visita.

Absolutamente de todas las personas podemos aprender algo y es evidente que ese brigada ayudó a que intentara mejorar mi ortografía.

Todo ocurrió hace muchos años y siguen en mi recuerdo aquellas vivencias; ya no se irán nunca.

Un cordial saludo.

Leona catalana dijo...

Hola, Álvaro, me alegro de que no hayas tardado.

Me ha hecho gracia el nombre del diccionario, je je je... Gran tipo, ese brigada.

Hace ya muchos años que la enseñanza ha dejado de ser tal para pasar a ser un arma arrojadiza de políticos subnormales.
Cada vez que cambia el color del Gobierno, se cambia el nombre a los estudios, se cambian los libros -que no enseñan absolutamente nada-, y todos se tiran los lápices por la cabeza.

¿Por qué eliminaron los cuadernos de caligrafía? No hay quien entienda un texto manuscrito hoy día.
Alucinante.

Un cordial saludo.

Álvaro Tilo dijo...

Pues sí, Leona. Ni se sabe escribir bien y lo que es más grave, se hace con inunmerables faltas de ortografía. No caminamos en muchos aspectos en el buen sentido.

¿Cuántos planes de estudios se habrán cambiado en los últimos 30 años? Además se están escribiendo cada día 17 maneras diferentes de ver la Historia, el Arte, la Literatura... Todas las Humanidades se están enseñando en función de donde se estudien. Un desastre en mi opinión.

Un cordial saludo.