miércoles, 24 de febrero de 2010

Miércoles Santo y las "pavias" del Rinconcillo




Me comenta Fernando, que en algunas ocasiones os ha hablado de su entrañable y querido amigo Joaquín. Persona encantadora donde las haya y conocedor de Sevilla como nadie. Él le hizo amar más todavía a capital andaluza. Cientos de horas en su agradable compañía recorriendo sus barrios y calles.

Algunos de vosotros, nos sigue contando, podrá recordar lo que un día escribió sobre la inquebrantable lealtad de Joaquín, al malsano tabaco y el susto que le dio una noche.

Es una persona encantadora en todos los aspectos. Es noble, es leal, generoso, desprendido y por encima de todo es UN GRAN AMIGO, aunque le encante veces rodear los temas. Nos sigue diciendo, Fernando, que le encantaba ir con él a tomarse unos vinos y a veces se iban en los autobuses urbanos hasta el centro y allí inevitablemente dando un paseo llegaban hasta la más antigua taberna de Sevilla “El Rinconcillo”. Entrañable lugar, un sitio que recomiendo a todas las personas que se acerquen a Sevilla. Joaquín conoce muy bien la zona y le ir casi todos los días. Estuvo viviendo en eza zona y en el Rinconcillo siempre entra a saludar a un antiguo amigo que le ha atendido en la barra desde hace muchos años. Allí, se pedían, nos cuenta Fernando, un vaso de vino extremeño, muy agradable y una "pavía" ( tapa de bacalao robozado). Una tapa deliciosa que estaba muy buena.

Fernando, hace aquí un paréntesis para seguir contándonos que un Miércoles Santo, estando con Joaquín y otro amigo, se fueron juntos a ver las procesiones por el centro, muy cerca de la Catedral que es por donde pasan todas en su recorrido oficial. Allí estuvieron un rato viendo pasar a los cofrades y pasos. Notaron que Joaquín, les empieza a decir que debían ir un poco más lejos a verlas. Tanto el amigo y Fernando, se quedaron sorprendidos ya que andar por la calle Sierpes era imposible y por otro lado lo iban a ver peor. Joaquín insistió y decidieron a ir con él a no sé que sitio que él sabia. Total que atajando por calles llegan hasta donde las cofradía entran en la carrera oficial y Joaquín con solemnidad les dice “Ya que estamos aquí ¿qué os parece si vamos al Rinconcillo a a tomarnos unas pavías? El puñetero de él, jamás tuvo intención de ver ninguna procesión, lo que realmente quería ir acompañado para tomarse su vaso de buen vino y el bacalao rebozado. Se miraron con sonrisa de complicidad, mezclada con algo de mala leche, tanto el amigo como Fernando al ver las artimañas del entrañable Joaquín. Como no podía ser de otra manera, los tres se fueron caminando hasta el Rinconcillo.

¿Qué ocurrió? nos sigue contando Fernando; que el bar estaba cerrado y que Joaquín se quedó sin su vaso de vino extremeño y sin la "pavía". Así que con toda solemnidad y mala uva por no ver cumplidos sus deseos culinarios, les dijo: “Ya podéis volver a ver las procesiones, que yo espero al autobús y me voy a casa” y así hizo.

Se rieron un buen rato de las argucias de Joaquín y haciendo el recorrido a la inversa llegaron al punto donde siempre quisieron estar para ver las Hermandades que todavía quedaban por pasar ese miércoles, en la confluencia de Sierpes con la Plaza de San Francisco.

Añade Fernando para terminar, que Joaquín, su entrañable Joaquín, cordobés de Lucena y viviendo muchísimos años ya en Sevilla, siempre le está animando a que vuelva. La verdad, nos confiesa, es que tiene muchas ganas de darle un fuerte abrazo.



4 comentarios:

Elena dijo...

Sería estupendo que los dos se volvieran a ver, y ya de paso que Fernando volviera a su Sevilla del alma.
Hay amistades que marcan nuestras vidas, sin duda Joaquín marcó la vida de Fernando.

Un beso.

Álvaro Tilo dijo...

De verdad que sería estupendo que tus buenos deseos se pudieran cumplir. ¡Ojalá! más pronto que tarde así ocurra.

Gracias por tu visita.

Un abrazo.

Julia dijo...

Pues venga, dile a Fernando que ya está haciendo tarde, que la vida es corta y como dice un proverbio hindú "no tardes en visitar a tu amigo, no sea que crezca demasiado la hierba y no encuentres el camino". Por cierto, espero que el día que pueda ir yo a Sevilla esté todavía en activo El Rinconcillo. Yo hasta ahora las tapas de bacalao más buenas que he comido ha sido en Casa Labra en Madrid.

Un saludo y un abrazo a Joaquín cuando vayas a verle.

Álvaro Tilo dijo...

Pues sí, tienes toda la razón y debo ir lo antes posible no vaya a ser que me “pille” a traición el Azheimer y me olvide del camino, bien porque crecieron las hierbas o por lo confunda con no sé qué.

El Rinconcillo seguro que estará donde está desde hace varios siglos. Allí en la barra de “adentro” seguro que sobre las 8,30 de la tarde, podrás ver a un señor no muy alto, pelo blanco, con curva de malsana felicidad de unos 70 y bastantes de años, siempre con su chaqueta y corbata, tomándose su buen vaso de vino y su pavía de bacalao. Siempre espera para que le atienda su amigo “Fernando” que lleva muchos años trabajando en ese bar. Le dices, cuando le veas, que eres amiga de otro Fernando, el de Burgos y aquella noche se sentirá feliz. El afecto y cariño, como se puede entender, es mutuo.

Así que si voy a verle, no le daré un abrazo en tu nombre, le diré que personalmente le darás un abrazo el día que vayas a Sevilla.

Un abrazo.