miércoles, 31 de marzo de 2010

Viernes Santo en Segovia.







Ayer el viejo molino, estuvimos hablando de poblaciones emblemáticas y de su procesiones de Semana Santa. Un amigo nos contaba como a él, cuando alguien le pregunta por las ciudades que más le impresionan, siempre responde sin dudar y sin poder ni saber establecer un orden: Granada. Segovia, Sevilla y Burgos.

Confesaba que sus gustos son muy dispares. Le encanta esa mezcla de la austeridad castellana con la majestuosidad romana y el embrujo árabe corriendo por las aguas del Genil, del Darro y el Guadalquivir. ¿Siente unas sensaciones diferentes en cada una de ellas? Evidentemente que sí, pero nunca más importantes en las unas que las otras. Nos confesaba que jamás puede establecer un orden de prioridad, siempre sería injusto.


Nos habló principalmente de Segovia, de su irrenunciable deseo de volver cuantas veces le sean posible, aunque confiesa con pesadumbre que hace más de un año que no ha estado. Siempre ha habido algún motivo que lo ha hecho imposible durante estos últimos tiempos.


Nos recordaba su última visita. Fue el Viernes Santo del año pasado. La ciudad nos confesaba, estaba majestuosa, siempre altiva, siempre austera, siempre limpia, siempre…Segovia. Nos decía que no hay ni un solo rincón que no sea digno de admiración. Pero en nuestra charla, no estaba por hablarnos de las piedras innumerables de la capital castellana; quería hacerlo de los recuerdos que se juntaron ese día de pasión estando en sus calles.


« ¿Quién me presta una escalera para subir al madero, para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?»


Hablamos de este singular preámbulo de La Saeta de Antonio Machado dedicada al Cristo de los Gitanos de Sevilla y que tan dignamente cantó Serrat.


Nos siguió contando que había tenido el privilegio de escucharla en directo en la Semana Santa y en especial en la «La Madrugá» Sevillana a las impresionantes bandas de cornetas y tambores, o las bandas de música, mientras el Cristo de los Gitanos camina entre los sevillanos y creyó, nos seguía diciendo, que era imposible que le pudieran embargar nuevas emociones escuchándola otra vez.


Pero… le faltaba Segovia y el Viernes Santo del año pasado. La procesión discurría por la plaza muy próxima a la Catedral y, de repente, escuchó los inconfundibles sones de “LA Saeta”, pero… ¡MILAGRO! era una sola dulzaina y un solo tambor. No pudo contener la emoción, nos confiesa, se el encogió el alma con los sonidos. Su piel ya no era ni lisa ni tersa, aguantó como puede el tirón para que nada saliera por sus ojos vidriosos ¡Una sola dulzaina y un tambor! De verdad reconoció, que no añoró a los 200 cornetas, tamborileros y timbaleros de las extraordinarias bandas sevillanas.


¡Impresionante!, esas fueron sus últimas palabras al recordar el Viernes Santo del año pasado.




4 comentarios:

Atapuerques dijo...

Uno es muy respetuoso con las creencias religiosas de las demás.Allá cada cual.
Ahora bien, que unos señores que dicen que representan al pueblo, den la espalda e incluso se mofen de la semana santa, me paerce que es ir en contra del pueblo que les paga tan generosamente. Cada pueblo de España tiene su propia semana santa y para ellos es la mejor y que nadie se la toque.Los leoneses intentando potenciar sus procesiones, y el leonés más listo de todos estudiando las musarañas de Doñana. !muy bonito¡
Alvaro,supongo que las conocerás pero en la provincia de Burgos, tenemos representaciones vivientes de la pasión que merecen la pena, como Molina de Ubierna, Arauzo de Miel o Covarrubias.
Un saludo

Álvaro Tilo dijo...

Quien no sepa respetar la singularidad ajena, mal camino lleva y ejemplos, como bien dices, hay a cientos a diario.

Alguna noticia tenía, más bien escasa, de esas representaciones vivientes en los tres municipios de nuestra provincia. Solamente conozco y no en Semana Santa, Covarrubias.

Al ser este tierra tan alargada geograficamente, hace distancias muy extensas a los que vivimos en un extremo y eso produce en muchos casos desconocimientos mutuos. Pero ya sé hoy algo nuevo por tu mediación y además interesante.

Un cordial saludo.

Leona catalana dijo...

Sólo conozco la Semana Santa catalana, de mi niñez, y la sevillana una vez nada más.
Son muy distintas.

La catalana es tan sobría, que de ahí la creación de la cofradía los 15+1 que ya cité: son andaluces y aborrecieron los ritos catalanes porque no hay cantidad de dorados barrocos, velones como para pegar fuego a la ciudad, ni cofrades uniformados de tiros largos -sólo el pueblo, sencillo-.

Como el cura se negó a disfrazar sus imágenes al gusto de los llegados, se montaron la cofradia.
Esto denota falsedad. Su "devoción" lo es al folklore. Si su Cristo y su Virgen no van cargados de oro y ricos brocados, ya no tienen interés para ellos.

En una ocasión, de niña (cuando aún oía), unos andaluces dijeron en mi calle: "¡Vaya mierda de Virgen tienen los catalanes! Negra y fea". Se referían a la Moreneta, la Virgen de Montserrat.

No digo que no exista devoción en las procesiones, tengo amigos muy devotos y no hay duda, pero sí que campa mucho folklore que no tiene nada de creencia en Dios, ya que cada "facción" -por llamarlo de alguna manera-, "adora" sólo a "sus" imágenes y desprecia a las "otras".
Si hasta en el pueblo sevillano donde pasaba los veranos por haberme casado con un hijo de allí, los vecinos que se declaraban de la Hermandad de "Arriba", despotricaban de los de "Abajo"... así, despectivamente, en el mismo pueblo.

Un cordial saludo.

Álvaro Tilo dijo...

Hola, Leona: Si has tenido como compañero a un sevillano sabrás mejor que nadie como es el alma y los sentimientos de los andaluces.

En mi caso y por motivos de trabajo, al principio de vivir en Sevilla, había cantidad de cosas y costumbres que no entendía, ni compartía, pero poco a poco me fui adentrando en su forma de ser y empecé a comprenderlas y comprenderles.

Ellos jamás te pedirán que tú cambies, ellos se expresan como son y si los aceptas muy bien y sino te respetarán y ahí acabará todo.

La religiosidad, como bien dices, se vive de una manera muy diferente y efectivamente folclórica pero ese folclore forma parte de su forma de ser. Casi nada en Andalucía se podría entender de otra manera.

¿Concebirías ver salir a La Macarena, en la «madugrá», sin que los sevillanos se volvieran locos con su presencia y sin escuchar los piropos que la dicen y sin lágrimas de emoción? Pues creo que no. ¿Deberían cambiar porque resulta supuestamente folclórico? Creo que tampoco. No son mejores que nadie pero tampoco peores tan solo diferentes a la hora de exteriorizar sus emociones.

Y efectivamente para muchos de ellos no hay una Virgen María, hay muchísimas, tantas como imágenes tienen, pero esa dudosa fe de adorar imágenes, está más extendida de lo que parece, me temo que no es patrimonio exclusivo de ellos

El barroco, el repujado, el oro por todas las partes me empalaga, no me gusta nada; me gusta la sobriedad en todo, en los pasos de Semana Santa, en los adornos y en las ermitas. Pero estamos en lo mismo; si a ellos les gustan...

Como siempre, Leona, ha sido muy agradable cambiar estas impresiones contigo que reflejan mi punto de vista.

Gracias por tu visita.

Un cordial saludo.