Anoche y sin saber bien el motivo recordé unos momentos agradables de mis años jóvenes que un día quise compartirlos con los amigos que nos habíamos reunido, un viernes más, en nuestro viejo molino.
Como si de algo que hubiera ocurrido ayer mismo se tratara, comencé diciendo...
La mili la hice muy joven, fui voluntario y no precisamente por desmedido amor de servir a la Patria desde el ejército; fue por el egoísmo de terminarla cuanto antes, elegir destino aunque para ello había que estar algunos meses más de soldado. En aquel momento convenía así. Eran los años sesenta y pico
Total, que por un cambio en la estrategia militar y no sé cuantos líos más, el periodo de instrucción que iba a ser en Madrid, pasó a Cáceres y como además nos retrasaron la salido para Extremadura unos 15 días, me quedé en los «madriles» ese tiempo extra.
Tenía amigos allí, compañeros de mi reciente época de estudiante. Ellos, parece ser que estudiaban y casi todas las noches nos veíamos. Muchos de aquellos días y posteriormente en alguna otra ocasión, cuando estando ya de soldado tenía que viajar a Madrid, íbamos al teatro. Descubrí, aunque por encima le conocía, ese apasionante mundo de los escenarios.
Igualmente hay otro motivo para recordar con simpatía y agrado aquellos tiempos. Sabía que existía pero más nada a partir de ese conocimiento. Asistí por primera vez al teatro como espectador de «CLA»
Mis amigos, llamaban por teléfono al teatro donde queríamos ir, allí nos daban la dirección de un bar próximo donde a precio muy reducido nos vendían entradas de «Cla» sin numerar, para la función del día.
Esperábamos a entrar en la sala cuando faltaban unos poco minutos. Si el patio de butacas no estaba lleno, nos sentábamos en las filas vacías y si aparecía algún regazado con esas localidades nos íbamos para atrás. Si se llenaba había que ir “arriba” e incluso al “gallinero” como ocurrió en una ocasión. Se entendía que nuestra obligación era iniciar los aplausos con fervor en los momento concretos de la obra, pero al final aplaudíamos como todos cuando nos parecía bien y nunca jamás los primeros. No éramos buenos «Clas»
Esas inesperadas vacaciones me dieron la ocasión de poder a ver las grandes obras de teatro de la época y sobre todo a unos magnifico intérpretes. Recuerdo, en aquellos días que fuimos casi todos al teatro y en los viajes siguientes, a actores como, Galiana, Lemos, Merlo, Bódalo, Rodero, las hermanas Gutiérrez Caba, entre otros. Siempre mi recuerdo más importante es el de Manuel Galiana, me impresionó verle actuar. Nunca podré olvidar su interpretación en «La casa de los siete balcones» de Alejandro Casona, fue genial, todo el teatro en pie aplaudiendo a la compañía y cuando apareció él a saludar el teatro “se vino abajo”. No sé cuanto duraron los aplausos.
Hablando de este actor, le seguí con mucho interés por TV; trabajó mucho en la pequeña pantalla pero le perdí posteriormente la pista, durante bastantes años. Hace relativamente poco tiempo, un día me llevo la gran sorpresa y le veo haciendo “Escenas de matrimonio” en Tele 5. Entiendo que todos los trabajos son dignos y que tenemos necesidad de comer todos los días, pero ver a Manuel Galiana en esos papeles, como que me hizo sentir algo extraño. Afortunadamente, al poco tiempo le volví a encontrar nuevamente, contándonos también en TV, «El Camino del destierro del Cid» y por lo menos, sentí la satisfacción de que, nunca tan noble caballero hubiera tenido un mejor ni más digno narrador de su vida y hazañas.
Aquella costumbre teatral, de comprar los aplausos, por lo visto, hacía nacido en los grandes coliseos operísticos europeos; la vanidad y la rivalidad de los divos de la ópera había establecido la costumbre de distribuir unas localidades entre sus incondicionales con el fin de "romper el hielo" durante sus actuaciones, aplaudiendo ruidosamente en los pasajes que los propios artistas señalaban. Luego más tarde se extendió con el mismo fin vanidoso al teatro tradicional.
Ya no hay «cla», debió desaparecer hace mucho tiempo. Por mi parte, al terminar la “mili” no volví a Madrid y con ello dejé de ver teatro. Donde vivía, en alguna ocasión aparecían compañías, pero no existían esas cosas ni eran tiempos de vender tus aplausos por una rebaja en las entradas al teatro.
En mi época sevillana, fui en bastantes ocasiones al Lope de Vega. Vi actuar a los mejores actores y presencié impresionantes obras y algún que otro bodrio que de todo hubo. Recuerdo con especial admiración «Las bicicletas son para el verano» de Fernando Fernán Gómez. Fue un éxito apoteósico, el mayor que he visto en mis andanzas por los teatros.
12 comentarios:
Yo también hice el campamento de la mili en el CIR Santa Ana de Cáceres...
Pues allí mismo estuve yo. Fue cuando descubrí Cáceres, una ciudad impresionantemente bella. Me temo, aunque cada vez menos, que Extramadura es una gran desconocida. Estuve una Semana Santa hace unos 12 años y me encantó. Todo me pareció muy diferente y logicamente Cáceres estaba cambiada y muy mejorada. Visitar Trujillo me resultó inolvidable.
Un cordial saludo.
Fernando Fernan Gomez, genio clase y figura...El teatro eclipsado por nuestras "figuras" del cine, esta menospreciado... y es una pena..
Galiana es una gran persona, y se adapta en ambientes variados, de ahí su facilidad de interpretación, .Coincidí con él, en una academia de la C/ Velazquez, en Madrid, preparándonos para ingreso en la universidad para mayores de 25, y de verdad, siendo ya famoso, le engrandecía más su humanidad. Esa fue mi experiencia. Saludos. Merino
Estamos totalmende acuerdo Temujin.
Genio, clase y figura...y añadiría mala leche que la tenía a raudales, pero no era de extrañar en medio de tanta mediocridad. Hace bastantes años tuve la ocasión de verle en el teatro en un espléndido Alcalde de Zalamea.
Enseguida empezará aquí la temporada de teatro que financia la Junta y que tan buenas compañias se pueden ver a lo largo de ella. Sin subvenciones sería imposible que subsitiera, pero ese dinero, al menos en mi opinión, está infinitamente mejor gastado que en la golfería del cine.
Grcias por tu visita y un cordial saludo.
En ese concepto de gran actor y persona, siempre he tenido y tengo a Manuel Galiana. No sé, creo que trasmite ser una persona honesta aparte de un excelente profesional.
¡Qué pena! que ya no sean posibles aquellos "Estudio 1" en televisión.
Gracias, Merino, por tu presencia aquí. Un cordial saludo.
Hola ALvaro:
Es una lástima que un actor como Galiana, con esa naturalidad y humildad como actor esté tan infravalorada en los medios televisimos, aunque sucede en muchos casos por desgracia. En España tenemos los mejores actores del mundo y muchos de ellos les han tenido siempre como secundarios.
Un cordial saludo,
La verdad es que cuando vi a Galiana hacer "escenas de matrimonio" tuve un sensación un tanto rara. Entiendo que es un programa como cualquier otro pero no sé...
Tenemos grandes actores, no se pude cuestionar.
Quizá sea por mis años, pero recuerdo con verdadera nostalgia aquellos de los años 60 y 70, aunque ahora también les hay magníficos. Voy a dar un nombre de otro actor que siempre me encantaba verle: Agustín González.
Zález, un cordial saludo.
En mi casa nos gusta bastante el teatro, uno de mis hermanos anda siempre metido en representaciones con pequeñas compañias independientes (mucho genio e ingenio, pero nada que ver con las grandes representaciones) y nunca habia oído eso de las "cla", viene a ser el origen del regidor de la tele cuando levanta el cartelito de "aplaudir".
Era muy habitual en el teatro en los años senta y por supuesto en los anteriores como explico en el comentario. Yo creo que a los setenta no llegó ya, aunque como bien apuntas ahora ocurre exactamente lo mismo en los programas teledirigidos de televisión.
Me alegro que tu hermano tenga esas inquitudes por el teatro. ¡Ojalá! un día nos pudieras comentar que pudo dar el salto.
Un cordial saludo.
Pues mira ÁLVARO,
contigo he aprendido lo que es un "cla" en mi vida había oído semejante cosa jajaja por lo que cuentas es como las plañideras sólo que estas lloraban y vosotros aplaudíais.
De todas formas ¡¡vaya afortunado!! yo vivo en una ciudad pequeñita de Galicia donde aunque hay una gran programación musical a nivel teatral es muy pobre. A provecho siempre que me acerco a Santiago o Madrid para irme al teatro que me encanta. Las bicicletas son para el verano, no la vi en teatro , he leído el libro y he visto la peli de Jaime Chavarri, y ambas me encantaron, ojalá hubiera podido ver esa representación de la que hablas, además de escritor, sobre todo qué buen actor era Fernando Fernán Gómez.
Muchos besos Álvaro.
María, he empezado por el último piso y voy a seguir bajando por si tengo la enorme fortuna de volver a encontrarme contigo.
Cosas de los años, María, es haber conocido "la cla". Mis amigos me lo habían contado peor no lo había vivido en primera persona.
Yo vivo en una ciudad pequeña de unos 40.000 habitantes pero al igual que soy crítico con la Junta en muchos temas, he de reconocer que hacen convenios teatrales muy interesantes con las compañias porfesionales que recorren España y que el Ayuntamiento contrata para el teatro de la Casa de Cultura del pueblo.
Todavía recuerdo con emoción la representación en Sevilla de: Las Bicicletas...
Gracias por tu visita y un cordial saludo.
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