Hoy nuevamente les he vuelto a “pillar” y van..., no sé cuántas veces.
Los niños tienen dos escuelas que van a ser determinantes en su educación y resto de su vida. La primera, la fundamental, la más importante es la propia familia, sus padres, hermanos y resto que la componen. Allí aprenderá por encima de todo y el ejemplo que reciban será determinante en su vida, jamás le olvidarán muchas de las cosas que siendo niños les enseñarony vivieron de sus padres. El segundado lugar es la escuela del saber, allí abnegados profesores, le enseñarán la lección más importante que recibirán en su vida que no es otra que saber leer, escribir, sumar… y luego seguirán aprendiendo más y más, porque nunca se acaba de aprender del todo, siempre hay algo más para saber.
En el propio colegio, normalmente, los profesores también se preocuparán de inculcarles desde pequeños disciplina tan imprescindible en la vida y descubrirán el maravilloso mundo de la amistad. Allí harán sus primeros amigos y amigos, allí jugarán con ellos y se enfadarán de vez en cuando que también es saludable que así ocurra. Pero la mayor torpeza que pudieran cometer unos padres es hacer una presión y control sobre los niños y no dejar que se desenvuelvan por ellos solos como lo que son, niños. Necesitan desde muy pequeños y a fe que lo consiguen, disfrutar en sus juegos, en sus ratos de ocio, siempre lógicamente que estén en consonancia con unas reglas elementales de convivencia que desde pequeños deben cumplir y que se dan en la inmensa mayoría de los casos. La libertad, sin acoso en sus momentos concretos en sus inocentes juegos, también es un derecho que tienen.
¿A quién he vuelto a “pillar” hoy?
Ahora tengo más tiempo que en otras épocas y paseo mucho más. Me marco unas rutas alternativas y todos los días procuro cumplir con esos paseantes objetivos. Una de ellas me lleva a pasar delante de una escuela pública que tiene el patio del colegio junto a la calle por donde camino y desde se ve a los pequeños y pequeñas, jugar y divertirse durante el recreo. Nuestros horarios, siempre que cumplo el mío, coinciden y allí disfruto mientras camino al ver a cientos de niños pequeños en esos momentos de alegría y de juegos.
Pero me tienen hasta el gorro, un padre y dos madres (¿es que no tendrán otra cosa que hacer?) se pasan todo el recreo con sus hijos hablando a través de la valla de separación mientras el resto de los niños juegan. Cualquier día voy a entrar en el colegio y les voy a denunciar al director para que los profesores impidan a los niños sufrir ese absurdo acoso en horas de recreo de los propios padres. Me parece que les están haciendo un flaco favor al estar tan pendientes de ellos, al impedirles que jueguen con sus amigos y creo de verdad que les están perjudicando. Estos padres y madres, merecen toda mi propuesta y cualquier día, insisto, creo que me voy a “chivar” a una profesora que suelo ver al fondo del patio que no se da cuenta de estas situaciones. Claro que si se hace la valiente, a lo peor se las tiene que ver con esas esperpénticas asociaciones de padres de alumnos. Y pasarlo mal. En fin, al menos así lo entiendo y quien opine lo contrario seguramente también tendrá sus razones que aceptaré de muy mala leche y que jamás podré compartir.
¡Coño! Me he vuelto a cabrear escribiendo este comentario, al recordar mi paseo matutino y recordar a estos tres absurdos padres que veo y a los otros miles que no veo y que con toda seguridad hacen lo mismo todos los días. ¡SON UNOS GILIPOLLAS!
8 comentarios:
Antetodo, Alvaro, no te cabrees. Esos "gilis" no merecen la pena; pero SI que su falta de sensatez, está coartando el desarrollo normal de esos niños, que pierden el tiempo, sin poder jugar o compartir su vida y tiempo infantiles. Debieran poner una buena barrera, impidiendo estos hechos y que los niños no disfruten de su recreo. Creo que te gusta la educación de la infancia, y mucho me alegró la anécdota que nos regalaste el 22 de julio, sobre mi payaso preferido, Charlie Rivel.
Un cordial saludo.
Gracias, Merino, por tu visita.
Empezando por el final; la anécdota de Charlie Rivel y el chupete de un niño, es de las cosas más tiernas y emocionantes que he escuchado y tuve necesidad de contarla por aquí, para compartirla con todos.
Hay padres que agobian a sus hijos en momentos totalmente inoportunos como veo casi todos los días en mi paseo. No se dan cuenta que es la hora de los pequeños y que ellos sobran en aquellos momentos. Ellos tienen un primerísimo papel protagonista y deben ejercerlo pero todo a su debido tiempo. Estamos de acuerdo.
Como siempre, un cordial saludo.
Yo tengo tres hijos, ni se me ocurre invadir su espacio, se pudiera decir más alto pero no más claro... son gilipollas...
Hola ALvaro:
Demasiado amor de madre o de padre se debe ejercitar fuera del colegio, y tienes razón, pero no te cabrees. Si más vale encender una vela que criticar en la oscuridad , no lo hagas porque encima puedes salir desorejado porque los padres siempre tendrán la razón y sería poner un gran compromiso a la profesora que controla "supuestamente" a los críos.
Un cordial saludo
Pues te tengo que felicitar, Temujin, por partida tiple. Estoy segurísimo que eres un padre normal,en definitiva un buen padre y ese creo que será sin duda uno de tus mejores bagajes.
Un cordial saludo.
Po supuesto, Zalez, hay muchos padres en estos tiempos...Son muchos como aquel que estaba viendo un desfile militar en que participba su hijo y estaba convencido que todos llevaban el paso cambiado menos "su niño".
En este tema he hablado por lo que siento al ver lo que veo, ya que no tengo ninguna experiencia como padre, no lo soy.
Un cordial saludo.
Querido Alvaro, la raiz es otra: No es que velen por sus retoños, que quiera saber si estan o no bien, si son o no "ajuntados" por los otros niños. A esos papás no les preocupa que sus hijos no tengan amigos y vayan a verlos para evitar que se sientán solos, el tema seguramente es que ¡esos padres no tienen amigos!. Pobres...
Puede ser Koky, puede ser; pero no llego a entender que pueda haber padres que ante un problema de soledad u otra frustación, sean tan inconscientes de refugiarse en la compañía de sus hijos, en un acto de egoísmo total y absoluto absurdo. Pero bueno, en este tema como en otros muchísimos, la última palabra siempre está por escribir.
Un cordial saludo.
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