miércoles, 16 de marzo de 2011

Un pasodoble.

Ya lo confesé en una ocasión; siento una sana envidia por aquellas personas que saben música y son capaces de hacer vibrar de entusiasmo de relajación o dulzura, cualquier instrumento musical. Soy un músico frustrado y me tengo que quedar solamente en lo que al escuchar me gusta sin poder llegar a disfrutar de otros matices.

Puedo sentirme muy bien, extraordinariamente bien, escuchando música de Joaquín Rodrigo, Salvador Bacarisse, Falla, Turina o de otros muchos maestros, pero no me siento peor si escucho a Carlos Cano, hablándonos de «María, la portuguesa» o del delicioso canto a la Macarena, la reina de la “madrugá” sevillana en su «Campanilleros» y me siento igual de emocionado si escucho copla española de la buena. No quiero ni puedo evitar sentir inolvidables emociones nuevas y diferentes si hasta mis oídos llegan los sones de un bello pasodoble.

Os voy a dejar con uno, con el que más me emociona. Está dedicado al torero sevillano Dávila Miura, nieto del mítico ganadero y es de reciente creación, no creo que supere los 10 ó 12 años desde su composición. Todo un clásico en las tardes de gloria de la Maestranza.






La fotografía que aparece en el video no es la del torero.

4 comentarios:

D.F. dijo...

Para mi el mejor

Álvaro Tilo dijo...

Gracias por tu comentario, Temujin.

ZáLeZ dijo...

Hola Alvaro:
Con este tipo de música me pasa lo mismo que con la poesía. Me falta tiempo para disfrutarla, aunque con sinceridad, para la música tengo gustos bastante "extraños".
Un cordial saludo,

Álvaro Tilo dijo...

Todos tenemos, Zalez, nuestros propios gustos, que siempre serán los mejores porque son los nuestros.

Ya ves, me gustan los pasodobles, los taurinos y los otros.

Un cordial saludo.