viernes, 27 de agosto de 2010

De compañero a compañero...


Una amiga, en una respuesta que me daba en su blog, me llamó por el nombre tan habitual entre más o menos correligionarios de parecidas ideologías políticas, como era: “Compañero”. Aunque hoy estén en desuso esas expresiones tan habituales 30 años atrás, se lo acepté ¡faltaría más! como lo que es, significa y sobre todo por lo que significó. Entiendo que es una distinción amistosa entre personas que profesamos en su día (hoy todo es diferente) mismas o parecidas ideologías, sentimientos políticos y a su vez humanistas.

Pero soy un caso perdido, inmediatamente, mientas estaba leyendo su comentario, me vino un recuerdo de: “compañero a compañero” algo que me ocurrió en mi querida y añorada Sevilla.

Lo cuento por si alguien no tiene nada mejor que hacer y lo quiere leer. No deja de ser una anécdota sin importancia o al menos eso creo.

Recuerdo perfectamente, era un sábado por la noche. Estaba en “mi bar” tomándome un vino, supongo. Al lado había un grupo de chicos y de chicas de unos 30 años hablando bastante alto de sus cosas. No escucharles era imposible. Lo hacían de temas laborales y evidentemente eran militantes de un sindicato. Le nombraban a cada momento y además por otro comentario, deduje que alguno de ellos debía tener algún cargo de responsabilidad en él. Llegaron mis amigos, a los que estaba esperando y que vivían en ese mismo edificio del bar (es justo enfrente del Campo del Sevilla en la c/ Luis Morales, lo digo por si algún sevillano me lee) El edificio tiene unos jardines privados que pertenecen a la comunidad vecinal y están separados de las aceras por una verja como de medio metro de altura. Siempre estaban muy cuidados con césped, flores y algún árbol.

En un momento de la conversación, ya más lúdica que sindical, uno de estos muchachos, se saltó la valla, entró en el jardín, arrancó dos rosas y se las entregó a la chica. Mis amigos, con justa razón se indignaron de que de esa forma descarada, unas personas irrumpieran en un jardín privado (la acción hubiera sido igualmente reprobable en uno público) y de un bello rosal arrancaran con total impunidad dos rosas. Le llamaron la atención y… lo de siempre. Afloró la chulería, que tan torpes nos hace ser en ocasiones a todos, y optó, envalentonado por el apoyo de los amigos, por algo tan habitual como es ponerse gallito y soltar el consabido repertorio de muchos inmaduros, que consiste, cuando no tienen argumentos, llamar a todos, viejos y fachas etc. etc. Las chicas también se sumaron al coro vocinglero y colaboraron en esas lindezas.

Me subió la adrenalina, si es que se sube, que no lo sé, y sin poder contenerme entré en la discusión intentando hacerles ver su inadecuada conducta. Entonces ya no fue a dos sino a tres, aquello de “fachas” y lindezas similares. No me pude contener y muy serio le dije al “cabecilla” «Escucha, por favor: De compañero a compañero, te digo…» Al instante el más bravucón y protagonista entendió el mensaje y todo cambió... Las aguas empezaron a calmarse, intervino la chica de las dos rosas, la discusión aunque continuó, se rebajó mucho el nivel de crispación y aunque de mala gana se disculparon y se fueron. ¿Cuál fue el “milagro”? el llamarle: «compañero» y que él se diera cuenta que alguien de más o menos su misma ideología aunque con bastante más edad, estaba hablando y recriminándole. No obstante, si ese fue el verdadero motivo, no dejaría de ser triste, que el civismo, las buenas maneras, modales, educación y respeto a las personas y a las cosas, no fueran siempre el primer “mandamiento” de obligado cumplimiento para todos por el mero hecho de ser personas humanas sin tener en cuenta ningún otro adjetivo.

Nunca he entendido y más de un pecado tengo sobre mis espaldas, que entre “compañeros” nos respetábamos y sino lo éramos, en determinadas ocasiones, desatábamos una dialéctica sin sentido en mejor de los casos y casi siempre carente de respeto con los sentimientos ajenos, tan distantes pero a su vez tan dignos como los nuestros.

También creo que este es el momento más adecuado para decir que si en alguna ocasión, me he extralimitado en mis apreciaciones o respuestas, de «compañero a compañero» pida públicamente mis excusas.


6 comentarios:

Daniel F. dijo...

Compañero:

1 Persona que comparte con otra u otras la estancia en un lugar, los estudios, un trabajo, la práctica de un deporte u otra actividad: un compañero de viaje; un compañero de promoción.
2 Persona con la que se mantiene una relación amorosa y se convive sin estar casada con ella.
3 Persona que forma pareja con otra en un juego.
4 Persona que comparte con otra las mismas ideas políticas o que pertenece al mismo partido o sindicato. camarada, correligionario.
5 Objeto que forma pareja o juego con otro u otros: no encuentro el compañero de este guante.

Creo que "Camarada" es más de izquierdas....pero lo que esta mal hecho esta mal hecho sea un compañero o un camarada..

Álvaro Tilo dijo...

Hola, Temujín. "Camaradas" eran también para los suyos, J.A. Primo de Rivera, Franco, Carrillo o Lenin. Todas las ideologías se apropiaron de ese término.

Sin embargo, en el mundo sindical, sobre todo en el antiguo sindicalismo de clase, hoy muy desvirtuado, se utilizaba y se sigue utilizando preferentemente "Compañero".

En la transición, que es de donde puedo hablar con total conocimiento; en el partido los militantes, éramos "camaradas" y en el sindicato de clase que creamos y que tuvo una vida efímera, todos éramos "compañeros". No emplee ese termino por casualidad cuando intervine en la discusión que comentaba antes.

Además entiendo que tiene su lógica explicación.

Un proyecto común político se comparte entre "camaradas" pero en el mundo del trabajo se es más "compañero" que cualquier otra cosa.


Como siempre, un cordial saludo y gracias por tu visita.

Anónimo dijo...

D: Alvaro, Soy Merino, qué bonitas anécdotas surjen enel día a día, Yo también quiero aportar mi idea sobre " compañero ".
Estaba un día de vacaciones en una playa próxima a La Habana, que se llama Sta María, día tórrido caribeño, y jugando en el frontón, y en las canchas de tenis. En el bar Azul, de allí, nos servían bebidas si quedaba algún asiento libre, de pie , nada de nada. Yo estaba con un golpe de calor y necesitando agua para no desfallecer. Por humanidad y en voz alta a todos los asistentes (sin corazón) en el bar, pedí me dieran un poco de agua para hidratarme. nadie movió el culo, para que me pudieran servir. Salí hacia la playa, y de unos cocoteros, cogí un coco, para intentar beber algo ( el coco del suelo caído) estando en esa labor, me sorprende un policía de los que están por las balconadas en zonas de playa y me dijo: COMPAÑERO, USTED, NO PUEDE HACER USO DE ESTE COCO, PORQUE PERTENECE A TODA LA COLECTIVIDAD, ES DE TODOS LOS COMPAÑEROS". lE CONTESTÉ : pUES A VER CUAL PARTE ME CORRESPONDE COMPAÑERO, PORQUE VOY A MORIRME, Y ME CONTESTÓ: NINGUNA.
De vuelta al Bar, regalándo 10 dolares a un jovencito, logré que aquel compañero, me cediera su asiento en la barra, y fuera servido. O sea que para tener esos compañeros, mejor tener Lobos, con perdón de los mismos. Un saludo. Merino.j.

Álvaro Tilo dijo...

A veces, Merino y como bien dices es mejor no confiar desmasiado ni en los amigos ni en compañeros ni en camaradas. Cada uno vamos a nuestra bola y así nos va.

Interesante anécdota llena de "solidaridad".

Un cordial saludo.

TRAS MIS ESCRITOS dijo...

He ha gustado mucho el post.

Álvaro Tilo dijo...

Septimus: Con mucho retraso; hasta hoy no había leído tu comentario.

Gracias por tu visita.

Regresa cuando quieras, eres bien recibido.

Un cordial saludo.