El Cid y su «tercer destierro»

¿Está Rodrigo, nuestro Cid Campeador, enterrado en Burgos? Seguro que sí o al menos eso parece, pero no deja de ser curioso como nuestro héroe, ni vivo ni muerto, pudo descansar un solo día. Los destierros, sus continuas batallas luchando al servicio del mejor pagador, su fidelidad muy mal comprendida por su propio Rey, le llevaron a ser y seguir siendo cuestionado en demasiadas ocasiones y por muy diferentes motivos.

Después de muerto, dicen con ilusa ilusión que gano su última batalla. Las leyendas están ahí par ser conocidas y poco más. Pero a pesar de las múltiples voces que por ahí se lanzan despiadadas contra Rodrigo, quiero rendir mi insignificante homenaje a D. Ramón Menéndez y Pidal que siempre defendió la vida y obra del héroe burgalés, acorde a lo que nos relata El Cantar.

Y ya sin leyenda, nos podríamos preguntar ¿Dónde está enterrado el Cid? Todo parece indicar que junto a su esposa Jimena reposan en la catedral de Burgos al pie del altar mayor.

Pero tampoco a nuestro Cid se lo pusieron fácil para que sus restos descansaran tranquilamente en su última morada.

Murió en Valencia, ciudad que había conquistado en 1099 y fue enterrado en la antigua mezquita convertida en catedral. Cuando Jimena y sus hombres tuvieron que abandonar la ciudad en 1102 ante la inminente invasión de los almorávides, sus restos fueron trasladados al monasterio de San Pedro Cardeña donde reposaron siete siglos.

Per, llega 1808 y el Cid sin quererlo se ve obligado de nuevo a iniciar su tercer destierro. Las tropas francesas de Napoleón, se dedican a cometer atrocidades por toda España. Decididos a socavar la moral de los “molestos” españoles, que se defendían con uñas y dientes, un destacamento francés asaltó el monasterio burgalés de San Pedro Cardeña y profanaron las tumbas de Rodrigo y Jimena. Se llegó a decir que el capitán de aquellos bárbaros soldados gabachos durmió la noche del asalto con los restos del Cid y de su mujer metidos en una bolsa debajo de su cama.

Al final, sus huesos terminaron en París donde se los repartieron el conde Salm-Dick y el barón Delamardelle. El primero no dudó en vender su parte de reliquias a un príncipe alemán que los guardó en el museo de historia que tenía en su propio castillo. Cosas de la vida. Nuestro Cid que nunca jamás salió de España, setecientos años después de su muerte, visitaba Alemania. De las reliquias que le correspondieron al barón Delamardelle, se perdieron la pista hasta hace relativamente poco tiempo cuando el gerente del palacio Kynzvart, en la República Checa, afirmó que los restos pertenecían al museo de dicho palacio, con lo que es muy posible que varios de los huesos del Cid y de Jimena se queden para siempre en alguna parte de Europa.

Afortunadamente en 1921, cien años después del expolio de Cardeña, el periodista e intelectual español Francisco María Tubino, a su vez uno de los primeros arqueólogos españoles logró que la mayor parte de los restos volviesen a España donde recibieron sepultura en la Catedral de Burgos el 25 de Julio de 1921 en presencia del rey Alfonso XIII.