jueves, 9 de septiembre de 2010

Sor María Jesús de Ágreda


Cuando del mundo de las ciencias, de las letras, de las artes, de la ejemplaridad humana hablamos, rara vez lo hacemos de esas mujeres que destacaron en el difícil y complicado entramado dominado por los hombres. Pero las hubo y lamentablemente pasaron a la historia solamente unas pocas, aunque miles de ellas, anónimas, calladas y silenciosas merecieron toda dignidad y reconocimiento.

Apenas se habla de una mujer soriana nacida en Ágreda, que en pleno siglo XVII, desde la clausura de un convento llegó a ser consejera, nada menos, que del Rey de España. Es Sor María Jesús de Ágreda.

Sus historiadores, nos comentan que…

Esta célebre religiosa, confidente y consejera de Felipe IV, fundadora y escritora; se llamaba en el mundo María Coronel y Arana y en religión María de Jesús, pero fue conocida por el nombre de su ciudad natal. Perteneció a una familia hidalga y de extremada religiosidad, hasta tal punto que, cuando María tenía dieciséis años, padres e hijos abandonan el mundo y abrazan la vida religiosa; su propia casa quedó convertida en convento y en ella continúa con su madre y su hermana. Fue adquiriendo fama de santidad y de ser favorecida con revelaciones sobrenaturales y, antes de cumplir los veinticinco años, era elegida abadesa, dispensándole el Papa la falta de edad. Con recursos de la caridad fundó en las afueras de la villa el monasterio de la Inmaculada Concepción, al que se traslada la comunidad en 1633. La fama de sus virtudes y sabiduría movieron a Felipe IV a visitarla cuando en 1643 pasaba hacia Aragón con motivo de la guerra de Cataluña.

La situación de España era crítica y el rey debió encontrar consuelo en la conversación de la abadesa, solicitando una amistad epistolar que con gran sigilo y puntualidad había de durar hasta la muerte de la monja. En esta correspondencia, de la que hizo copia por mandato de su confesor, no sólo levanta el espíritu apocado del rey y le da consuelos de perfección espiritual, sino que trata de los asuntos más arduos de la gobernación del reino. Trabaja en pro y en contra de validos, aconseja campañas y provoca medidas públicas. Abarca resueltamente la cuestión del gobierno del Conde-Duque de Olivares, al que censura con energía como perturbador de la paz del Estado, y recuerda al rey la obligación que tenía de hacerlo todo por sí mismo sin privados ni favoritos. Cuando durante la guerra de Cataluña estuvo el monarca a punto de indisponerse con Aragón, por la jurisdicción del Tribunal de la Fe, le aconseja con buen criterio que aplazase a toda costa el negocio de la Inquisición «por ser de mucho peso y preciso resolverle con tiento y tomando medios y arbitrios para ajustarse a todos». En política exterior es partidaria de la paz. Durante las negociaciones en Münster y Osnabruck, que habían de culminar en la paz de Westfalia, trató de inclinar a Felipe IV a terminar la guerra con Francia, para ocuparse con todas sus fuerzas en el problema de Portugal, y hasta escribió al Papa Alejandro VII solicitando su mediación en favor de la concordia entre los príncipes cristianos.

A pesar de que el rey, según sus propias palabras, sigue siempre que puede los consejos de Sor María, no conviene suponer demasiado grande el alcance efectivo de su influencia, ya que sus consejos, cuando no brotan del buen sentido popular, son lugares comunes políticos, teológicos y morales que el rey hubiera podido recibir de otra persona cualquiera capaz de captar el ambiente.

En el orden místico sus ideas fueron elevadas y dentro de la más firme ortodoxia, pero se vio envuelta por la Inquisición en un proceso, del que salió absuelta con las más favorables censuras, en 1650, y la Sorbona de París llegó a condenar varias proposiciones de sus libros. El más notable de sus escritos religiosos es La Mística Ciudad de Dios, una historia de la Virgen en la que están resumidas las más importantes de sus tesis teológicas, el dogma de la Inmaculada y la infalibilidad pontificia. Acerca de esta obra se entabló apasionada controversia que duró más de un siglo.

Desde el punto de vista histórico, que es la faceta que más me importa por encima de cualquier otra consideración de esta monja soriana, mi mayor interés estriba en que fue consejera y asesora del rey de España y todo ello sin salir del convento; hecho que además se produjo a lo largo de más de 20 años.


8 comentarios:

Merino dijo...

Esta persona,fue muy valiente y con grandes valores, tan grandes e importantes como para enfrentarse a los Validos Reales y ser consejera real. ¡ Ójala aparecieran líderes como ella en la sociedad actual !
Mil Felicidades D. Álvaro, por tan buenos trabajos con esos resúmenes didácticos, que Ud, realiza. Saludos. Merino.j.

Álvaro Tilo dijo...

Gracias, Merino, por tu visita.

Desde la humildad de la clausura del convento supo ser una referencia. Lástima, como bien dices, que hoy no sean posibles estos ejemplos.

Para terminar, solamente decirte que creo que todos los que por aquí estamos y escribimos, nos sentiremos más cómodos tratándonos de "tú"; al fin de cuentas, participamos en un mismo deseo de intercambiar nuestros sentimientos y puntos de vista

Un cordial saludo.

enrique dijo...

La correspondencia entre la monja de Ágreda y el Rey Felipe IV es uno de los más deliciosos y admirables documentos de toda nuestra historia.
Felipe IV era inteligente y culto (recuérdese que tradujo a Petrarca), pero le dominó la abulia y el desinterés. Mejor dicho, su máximo interés fueron las actrices y las cortesanas.

Como se ve, no hace falta salir de los muros de una clausura para tener inteligencia y buen juicio con los que dar sabios consejos. Lo mismo ocurrió con el padre Feijoó, que desde la soledad de su celda nos legó su Teatro Crítico, todo un monumento intelectual de las más variadas materia(estudiado por el doctor Marañón).
O el filósofo Kant, que fue profesor de geografía si salir de la ciudad de Königsberg.

Estamos pues ante un personaje histórico de primera magnitud, por desgracia no muy ampliamente estudiado.
Gracias Álvaro por esta reseña.

Álvaro Tilo dijo...

Enrique: ¿Cuántas mujeres castellanas han pasado a la historia de las cientos que pudieron pasar?

Llevo días, a raiz del comentario de María Jesús de Ágreda, dando vuelta a este tema, haciendo una lista con nombres, modificándola y al final no paso de cuatro o cinco mujeres.

¿Solamente cuatro mujeres son capaces de figurar en mi lista?
O sufro una falta de memoria preocupante o mis conocimientos de la historia son muy inferiores a lo que pensaba.

Se me rompen todos los esquemas cuando a pesar de mis esfuerzos no consigo hacer crecer el número.

Un cordial saludo.

D.F. dijo...

Desconozco la historia de la monja, pero estoy seguro que muchas mujeres han actuado en la Historia. Ocurre que la imagen publica era llevada por el hombre...Felipe IV era un vago en su trabajo, quizás tuviera otras aptitudes para la ciencia y el saber, pero, políticamente hablando, no hizo nada...

Álvaro Tilo dijo...

Temujín: Puede que así sea; pero ¿cuántas mujeres castellanas dignas de todo elogio y alabanza desde la Edad Media hasta comienzos del S XX, puedes poner en tu lista?

Que el Rey fuera de una manera u otra para nada empeña la grandeza de esta mujer soriana que a su vez era monja.

D.F. dijo...

Desde luego Alvaro. Han estado tapadas por los hombres y un extraño sentido del pudor publico.

Álvaro Tilo dijo...

Pero bueno, algunas tenemos en nuestra tierra que consiguieron estar por encima de la oprensión de los hombres y del pudor mal entendido que mencionas. Hay que tenerlas en cuenta y seguir hablando de ellas; es justo hacerlo.